Leyendo del Cura
Resucitado
Sucedio en el viejo Cananea.
Cuentas las consejas de las acciones de guerra
del ejército del general Ignacio Pesqueira, siempre en campaña tras la captura
de los depredadores, que un sacerdote llamado Tomás de Higuera que había sido capturado y martirizado, reviviría tras cada que
le clavaran flechas envenenados.
La
pequeña Misión del Real de la Cananea era atendida por el
fervoroso don Tomás de la orden de los Franciscanos. Humildísimo entregado a
los nativos, en su mayoría pimas, enemigos de la guerra.
Había decidido el fraile llevar siempre sobre su cabeza la capucha que era parte del hábito de su orden. Un extraño resfrío que lo castigaba durante todo el año en las gélidas montañas de la Cananea, apenas si lo soportaba bien cubierta la cabeza.
Se veía extraño el
fraile ante la curiosa mirada de los indígenas que no pocas veces se espantaron
al toparse con él en el camino real por el que don Tomás acostumbraba transitar
por las noches, decía él en la búsqueda y algunas hierbas serenadas.
Solía
abrir la capilla a las cuatro de la mañana y tirado en el piso de loza,
permanecía hasta tres horas sumergidos es en sus rezos.
Su
alimentación era frugal y su devoción para con los necesitados lo
distinguía en entre todos habitantes de las rancherías
indias, quines pedían que las temblorosas
manos del Fraile fueran colocadas sobre la cabeza de los enfermos
logrando que éstos en algunas circunstancias recobraran la salud, por lo que su
fama se extendió en gran parte de la Pimería.
La madrugada
del 13 de junio de 1876 cuando el fraile permanecía es habitual servicio
matutino dentro de rústica iglesia, con la primera ráfaga de luz también
penetró una flecha que se le atravesó el techo a don Tomás de Higuera.
Un
apache colocado estratégicamente el campanario le lanzó la flecha
cuando estaba boca abajo realizando interminables oraciones y
letanías con sus murmullos in entendibles.
Al
momento de hacer el apache un movimiento para retirarse del lugar creyendo que
el fraile estaba bien muerto, vio como don Tomás se levantó sereno y pleno de
vida se levantó sereno encaminándose al sagrado para dar principio a la
misa.
Intempestivamente
diez apaches entraron por la puerta principal, lo lazaron del cuello
y arrastrándolo se perdieron entre los cerros, y parado frente
a sólido mezquite, bien atado lo que le daba un aspecto tétrico debido capucha,
una uno le lanzó flechas envenenadas.
El
Fraile al revivir el impacto de cada saeta baja aun más el rostro y su cuerpo
se mostraba desfalleciente, más a los pocos segundos levantaba de nuevo la
cabeza cuya cara nunca vieron los salvajes, eso si dos ojos
brillosos como lámparas.
Y como
la escena se repetía hasta más de 15 veces optaron por salir huyendo una vez
que se agotaron las flechas llenos de pánico ante este evento al que
consideraron un acto de brujería.
Empero no
era más que una manifestación del poder de lo alto, que protegió a
don Tomás, aún de las agresivas flechas emponzoñadas pues su labor entre los
naturales a los que predica y bautizaba por cientos y miles, era de encomiable
aprecio.
Análisis:
Se trata sobre un
sacerdote que fue capturado y envenenado por unas flechas, el sacerdote se
llamaba Tomás de Higuera él era el encargado de la cananea vieja.
El
sacerdote se aparecía después de su muerte se le aparecía a cada persona que
estaba ahí solo se miraba su cuerpo con dos ojos brillantes pero nunca se vio
su rostro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario